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Miércoles, 14 Agosto 2024 09:54

Celebrando en Familia - XX Domingo del Tiempo Ordinario

Comunión con Jesús y entre nosotros
(Juan 6:51-58)

La primera lectura de este fin de semana cuenta cómo la Sabiduría ha construido una casa y ha invitado a los insensatos (los que aún no son sabios) a darse un festín con el alimento de su enseñanza.

Los que comen el pan y beben el vino de la Sabiduría perciben la acción salvadora de Dios y comprenden la vida a la que están llamados como pueblo de Dios.

Esta primera lectura nos introduce en la escucha de las palabras del Evangelio. Jesús es la sabiduría viva de Dios. Como la Sabiduría de la primera lectura, Jesús también nos invita a alimentarnos de él para que también nosotros lleguemos a ser sabios en los caminos de Dios, percibamos la acción salvífica de Dios en él, nos convirtamos en el pueblo de Dios y tengamos vida, no sólo ahora, sino para siempre.

En el Evangelio, continúa el diálogo entre Jesús y la gente. Esta vez discuten sobre cómo es posible que Jesús les dé a comer su carne. Jesús insiste en que si no la comen no tendrán vida en ellos y no tendrán vida eterna.

Subrayar el mensaje hablando de que su carne es verdadera comida y su sangre verdadera bebida conecta inmediatamente esta enseñanza de Jesús con la celebración eucarística. Es muy posible que los cristianos de la época de Juan utilizaran algunos de estos versículos durante su liturgia. Pero esta lectura no trata sólo de la celebración eucarística, sino también de lo que simboliza esa celebración: la vida misma de Dios hecha presente y visible en la persona de Jesús y recibida en los signos sacramentales del Pan y el Vino. Es la celebración de la comunión con Jesús y con el Padre. Siguiendo la enseñanza de Jesús, es también una celebración de estar en comunión unos con otros.

La relación íntima (estar en comunión) con Jesús, el "pan de vida", es la forma en que Jesús alimenta a su pueblo con su propio ser, su propia carne y sangre, todo lo que Él es. El alimento sostiene y apoya la vida y el crecimiento. Comer a Jesús es participar en la comunión de vida que comparte con el Padre y alimentarse de la vida misma de Dios. Así es como nos mantenemos y crecemos en nuestra relación con Dios. La vida eterna forma parte de compartir la vida de Dios.

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