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Jueves, 09 Diciembre 2021 11:02

Celebrando En Familia - Tercer Domingo de Adviento

¿Qué debemos hacer? (Lucas 3:10-18)

En el Evangelio de hoy seguimos centrándonos en Juan el Bautista. La semana pasada oímos hablar del ministerio de Juan, su predicación al arrepentimiento y el bautismo para el perdón de los pecados.

La idea del arrepentimiento consiste en darse la vuelta y mirar en una nueva irección. La llamada de Juan a la gente era para que se apartara de los viejos hábitos de vida y se convirtiera a Dios.

El Evangelio se abre con la gente, con los recaudadores de impuestos y algunos soldados, habiendo escuchado la llamada a cambiar de vida, todos pregunta a Juan ‘¿Qué debemos hacer?’

Normalmente, estos tres grupos desconfían los unos de los otros. Los soldados romanos, que ocupaban el país, los lugareños que cobraban los impuestos en nombre de los romanos, y la multitud, a menudo víctima de ambos. Sin embargo, la predicación de Juan los ha reunido a todos en una especia de comunidad.

Fíjense en lo prácticos que los son los consejos de Juan. Y, al mismo tiempo, es una llamada a vivir según los valores de la compasión (a la multitud), de la justicia (a los recaudadores de impuestos) y el fomento de la paz (a los soldados).

Los valores y comportamientos opuestos a estos obstaculizan la relación con Dios, deshumanizan a los demás y arruinan la vida en comunidad.

El resultado de la conversión es una nueva forma de vida. En el Evangelio, Juan explica cómo podría ser ese nuevo modo de vida para estos grupos de personas.

Las enseñanzas y los consejos de Juan crean un sentimiento de expectación entre la multitud. Se preguntan: ‘¿Es este?’

Habría sido fácil para Juan dejarse llevar por su popularidad, pero demuestra ser un verdadero servidor de la Palabra (como los profetas) y dirige la atención de la gente lejos de sí mismo y hacia Aquel que ha de venir.

Los sentimientos de expectación y regocijo dominan las oraciones y lecturas de esta parte del Adviento, a medida que nos acercamos a la celebración de la fiesta de Navidad. Nuestra celebración del nacimiento histórico de Jesús es el lente a través de la cual contemplamos de nuevo la presencia permanente de Jesús en nuestras vidas. Acompañados por los bellos pensamientos de la primera lectura, podemos confiar en el amor de Dios, que (como dice la lectura) nos renueva.

¿Cómo respondemos a esta nueva conciencia del amor permanente de Dios? Nos hacemos la misma pregunta que el pueblo le hizo a Juan ‘¿Qué debo hacer?’ Nuestra respuesta a esa pregunta nos lleva a reformar nuestras actitudes y comportamientos hacia los demás. Ser bautizado con el Espíritu Santo y con fuego es ser bautizado ‘desde dentro’, tener corazones y mentes rehechos a imagen y semejanza de Cristo.

Aprendiendo el camino de Cristo es como nos convertimos en el trigo en el Reino de Dios, no en la paja en el fuego.

Tiempo de Adviento

La palabra “adviento” significa aparecer, llegar, venir. El Adviento es el tiempo de preparación de la Iglesia para celebrar el don de Dios, su Hijo. Nuestra liturgia recogerá los grandes temas del Adviento: la esperanza, la expectación y la preparación. Durante el Adviento recordamos la venida de Cristo a Belén y esperamos su segunda venida al final de los tiempos.
El Adviento es un tiempo de gozosa expectativa.

El Adviento se divide en dos momentos. Los dos primeros domingos se centran en la preparación de la venida de Jesús al final de los tiempos. Los dos últimos domingos se centran en la preparación para celebrar el aniversario del nacimiento de Jesús.

Los Evangelios de los cuatros domingos de Adviento tienen cuatro grandes movimientos 1. ¡Estad Vigilantes! 2. ¡Prepararte! 3. ¡Regocijarte! 4. ¡Recibid!

El Adviento es un camino desde el
¡Maranatha!: ¡ven, Señor Jesús!
al
Enmanuel, ¡Dios con nosotros!

...

Este subsidio litúrgico ha sido elaborado por los Carmelitas de Australia y Timor-Oriental pensando en este momento en el que no podemos estar presentes en la celebración eucarística. Somos conscientes que Cristo no sólo se hace presente en el Santísimo Sacramento, sino que también en las Escrituras y en nuestros corazones. Incluso cuando estamos solos seguimos siendo miembros del Cuerpo de Cristo.

Se recomienda que en el lugar que escojáis para esta oración se coloque una vela encendida, un crucifijo y una Biblia. Durante el Adviento es apropiado tener la corona de Adviento en el lugar donde se reza. Estos símbolos ayudan a mantenernos conscientes de lo sagrado que es el tiempo de oración y a sentirnos unidos con las otras comunidades locales que están orando.

La celebración está organizada para que sea presidida por uno de los miembros de la familia y los otros miembros participen en ella. Sin embargo, la parte del presidente de la celebración puede ser compartida por todos los presentes.

Recordad que mientras vosotros oráis en familia los carmelitas os recordaremos a todos vosotros.

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