Nació en Trápani (Sicilia) en el siglo XIII. También se le conoce como Alberto de Sicilia o Alberto degli Abati. Se distinguió por la dedicación a la predicación mendicante y por la fama de sus milagros. En los años 1280 y 1289 estaba en Trápani, y poco después en Mesina. En el año 1296 gobernaba la Provincia carmelita de Sicilia como Provincial.
Fue célebre por su amor apasionado a la pureza y a la oración, y por la austeridad de su estilo de vida. Viajaba con frecuencia predicando y evangelizando, y cultivó la fraternidad con personas de fe judía. Intervino en el asedio de Mesina que amenazaba con matar de hambre a cientos de personas y se le atribuyó el mérito de ponerle fin.
Murió en Mesina probablemente en 1307.
Fue el primer santo que recibió culto en la Orden, y por tanto fue considerado su patrono y protector o "padre", título que compartió con otro santo de su tiempo, Ángel de Sicilia. En el siglo XVI se estableció que cada iglesia carmelita le dedicase un altar. Santa Teresa de Jesús y santa María Magdalena de Pazzi fueron muy devotas a él.
A menudo se le representa sosteniendo un lirio o recibiendo al Niño Jesús de manos de la Virgen.