16 de mayo Memoria libre (Memoria obligatoria en la provincia de Gran Bretaña)
Por cuanto resulta de las "noticias" más antiguas, Simón Stock fue un Prior General inglés, venerado por su santidad, y muerto hacia el 1265 en Bordeaux, Francia. Después de su muerte, los peregrinos que visitaban su tumba, contaban sus milagros, dando así en el siglo XIV el comienzo de un culto local.
Hacia el siglo XV, en los Países Bajos, surgió una leyenda sobre un cierto "San Simón" que había tenido una visión de la Virgen, en la cual apareció con el escapulario prometiéndole: "Este es un privilegio para tí y para los tuyos: el que muera vistiéndolo se salvará". En pocos años, las dos narraciones se unieron y a Simón Stock, el Prior General, se le acreditó la visión de la Virgen. La nueva historia fue rápidamente elaborada con detalles biográficos imaginarios sobre la vida de Simón, como su nacimiento en Kent, Inglaterra, o que vivió en un tronco de un árbol, y la composición del Flos Carmeli (un himno carmelita muy bello a la Virgen, que en realidad era ya conocido en el siglo XIV, y por tanto antes de la leyenda).
El escapulario carmelita y sus cofradías
El escapulario consiste básicamente en dos piezas de tela, atadas por finos cordones, que descansan una sobre los hombros (entre las "escápulas") y la otra sobre el pecho. El objeto, que hoy en día se utiliza con fines devocionales, tiene su origen en el escapulario "nocturno" que utilizaban los religiosos para no tener que desprenderse nunca de su hábito propio, ni siquiera por la noche.
A mediados del siglo XIII, los laicos comenzaron a afiliarse a la Orden para participar de los beneficios espirituales. La Orden también lo ofrecía como expresión de gratitud y reconocimiento a los benefactores. El escapulario acabó constituyendo un medio habitual de entrega del hábito a los laicos y la consiguiente agregación jurídico-espiritual a la familia religiosa. El manto blanco, signo de la Orden en la Edad Media, se entregaba a los laicos en el momento de su asociación.
Comenzaron a circular historias sobre el don milagroso del hábito por parte del Señor o de Nuestra Señora a los fundadores o santos de las distintas Órdenes. De ahí que existan numerosos escapularios. Se distinguen por diferentes colores e imágenes, precisamente por el amplio uso que hicieron de ellos las diversas familias religiosas y, con el tiempo, como signo de consagración según las distintas formas de espiritualidad.
Desde el final del siglo XV, los carmelitas empezaron a entregar el escapulario, que se consideraba el hábito de la Orden para que los laicos se agregasen a ella. Así nació la Cofradía del Escapulario, que acabó prácticamente suplantando o sustituyendo a las anteriores formas de agregación de laicos a la Orden. Estas cofradías se encontraban también en iglesias no pertenecientes a la Orden.
Un elemento típico del uso devocional del hábito religioso entre los laicos era que el Señor o la Virgen se lo daban a los religiosos. Dos visiones se asocian con el escapulario carmelita, ambas involucrando a Nuestra Señora y ambas dudosas como hechos históricos. En el caso de la aparición a San Simón Stock, se encuentran continuamente relatos de visiones similares en las tradiciones de las diferentes familias religiosas.
Los orígenes mismos de la Orden se refieren, por una parte, a la protección de María y, por otra, a la "dedicación" de los carmelitas a Ella, a la que se considera señora, soberana porque María es la Madre del Señor. Incluso después de su partida de Tierra Santa, los carmelitas siguieron considerándose súbditos del Señor Jesús y, por tanto, de su Madre.
Los miembros de la mayoría de las cofradías de los siglos XVII y XVIII demuestran que estaban abiertas a personas de todas las clases: nobles, burgueses, obreros, campesinos, artesanos... tanto ricos como pobres. Este tipo de unidad entre miembros de distintos estratos sociales duró mucho tiempo. Era una característica de las cofradías del Escapulario, a diferencia de otros tipos de cofradías, incluso religiosas.
La supresión de los grupos religiosos en el siglo XIX destruyó casi por completo la red de cofradías del Escapulario. Las que sobrevivieron muy a menudo siguen existiendo sin mucho contacto con la Orden. Las obras de misericordia desaparecieron casi por completo y las que quedaron eran más filantrópicas que de caridad cristiana. Con el Código de Derecho Canónico de 1917, las cofradías se reorganizaron. La devoción al escapulario se desarrolló cada vez más como signo de la protección de María, con el aspecto de la consagración a María y las exigencias de un pacto de hecho con María ahora escritas.
Ahora, para gozar de los privilegios ligados al escapulario, basta con recibirlo de una persona autorizada y hacer inscribir su nombre en el registro general de cofradías de la Orden. Esta facultad se ha extendido a todos los sacerdotes y se ha suprimido la necesidad de tener un registro de inscripciones. La llamada "Regla de la Tercera Orden Carmelita" establece normas para un estilo de vida evangélico. El documento refleja los valores carmelitas, proponiendo un compromiso con la oración, los sacramentos, las obras de justicia y la construcción de la persona humana de acuerdo con el plan de Dios.