6 de noviembre Memoria obligatoria
San Nuno Alvares fue siempre un hombre religioso. Como soldado y caballero de la clase noble, portaba las sagradas imágenes de Cristo crucificado, de la Virgen María y de los dos santos patronos de la caballería, San Jorge y Santiago.
Una vez cumplidas sus obligaciones como padre, restablecida la paz con Castilla y concluidas las expediciones africanas en las que participó como jefe supremo del ejército portugués, el Condestable comenzó a trabajar en una promesa que había hecho a la Virgen: la construcción de una iglesia votiva. Eligió el lugar más alto de Lisboa y colocó la primera piedra en 1389. La construcción duró 30 años. Una vez terminada, era de lo más suntuosa, con una hermosa arquitectura gótica y una rica decoración. Nuno quiso que una orden mariana tomara posesión de la iglesia y eligió a los carmelitas.
El condestable conocía bien la orden. Un antiguo compañero militar, Juan Gonçalves, había profesado en el monasterio de Moura; también tenía una gran amistad con Alfonso de Alfama, vicario general en Portugal.
En 1423, los carmelitas celebraron su primer Capítulo Provincial en Portugal, ocasión para que Nuno solicitara públicamente su admisión en la Orden como laico. Tomó el nombre de Fray Nuno de Santa María, renunció a sus títulos y declinó entrar en el estado clerical a pesar de su linaje familiar, sabiduría y preparación cultural. Para Nuno, servir a los siervos de Dios, ser el más bajo de la comunidad, era una opción evangélica que abrazó plenamente. Se negó a mantener honores en el claustro.
El rey, hasta el más bajo de sus vasallos, se escandalizaron ante la noticia de que el Gran Condestable pretendía hacerse hermano lego en una orden religiosa. Sin embargo, Nuno no tuvo dudas y eligió la fiesta de la Asunción de Nuestra Señora como fecha para ser investido con el hábito.
Se cuentan numerosas anécdotas sobre la vida de Nuno con los carmelitas. Cuando se encontraba con su viejo amigo y antiguo vasallo, el P. Juan Gonçalves, entonces prior de la casa de Lisboa, Nuno besaba la mano del prior y le pedía permiso para salir con la clásica formulación "Benedicite Pater", a lo que el prior respondía "A sus órdenes, mi Condestable. Que Dios os bendiga". Ambos adoptaban una postura humilde hacia el otro.
Vivió el resto de su vida en esa humildad hasta que murió en abril de 1431. Su fama de santidad se extendió rápidamente por todo el país; para los portugueses siempre fue el Santo Condestable.