‘Oh Jesús, cuando te contemplo’
El poema ‘Oh Jesús’, que escribió Tito Brandsma -y que fue sacado a escondidas de la cárcel- fue un consuelo para muchos.
La inscripción
Tito escribió el poema en dos días, el 12 y el 13 de febrero de 1942, en la cárcel de Scheveningen, destinada para presos políticos. El poema nos sitúa “Ante la imagen de Jesús”. En su celda, Tito ha colocado tres pequeñas ilustraciones del breviario sobre su pequeña mesa plegable: la imagen de Cristo en la cruz, con las llagas del Sagrado Corazón; Santa Teresa con su dicho Mori aut pati (morir o sufrir), y, San Juan de la Cruz con su Pati et contemni (sufrir y ser despreciado).
El verso inicial
El verso inicial evoca la atmósfera de atención contemplativa. Sentado en silencio “ante la imagen de Jesús”, Tito Brandsma mantiene su mirada amorosa dirigida a Jesús en la cruz. El lamento “Oh Jesús” expresa la intimidad de su atención.
Otro día que vivo, que... que...
La devoción nos hace “salir de la tibieza” y “despierta al amor”. En su descripción del movimiento de amor procedente de Tito y del movimiento contrario procedente de Jesús, Tito describe no solo el amor recíproco que experimenta sino, más que eso, una amistad especial. Los buenos amigos deben cuidarse mutuamente para que no se pierda el valor de la amistad. En “Oh, Jesús”, el carácter especial de la amistad surge del sufrimiento mutuamente compartido.
El sufrimiento compartido en la amistad
Un amigo pide el valor de sufrir, un “amigo especial” pide “el valor de sufrir más”. Esto pasa a ciencia cierta cuando hablamos de la amistad con Jesús, que carga con el sufrimiento de la humanidad. Quien sufre con su amigo es como él. Así, los discípulos de Jesús se “asemejan” a aquel que les precedió en el camino del “sufrimiento”, en la solidaridad del sufrimiento que conduce a su Reino de paz. Los amigos desean “parecerse” unos a otros, no desean ver a su amigo solo, desean compartir la suerte de su amigo. En este sentido, Tito dice: “Para mí todo sufrimiento es bueno”. Los amigos soportan el sufrimiento del otro, por lo que “todo sufrimiento”, que en sí mismo es malo, es “bueno” para “mí” como “amigo”.
La unión con Dios
¿Quiere hacer Tito una glorificación del sufrimiento? No, aquí opera una lógica espiritual: el sufrimiento compartido en la amistad es el camino del bien; la dicha es el florecimiento último del bien; ésta es la unión con Dios. El amigo “sabe” que su amigo se ha tomado en serio su sufrimiento. Ya no le pertenece solo a él. Su amigo también lo soporta. Sin embargo, lo más importante aquí es la meta final del camino: la unión con Dios. Esto es, el corazón de toda devoción. El sufrimiento trasciende la conciencia de sí mismo y solo puede, como en éxtasis, gritar: “Oh, Dios”.
O, déjame aquí
Tito señala en su carta de la prisión que puede hacer “mucho frío” en invierno. Pero esto no tiene por qué cambiar para él: “Solo déjame aquí”, aquí “ante la imagen de Jesús”. En este punto del poema empieza a resonar el motivo “conmigo”. La soledad está al servicio de la interiorización de la dicha recibida en el sufrimiento compartido de la amistad. El “aquí solo” no le lleva a estar “cansado”.
Tu presencia hace que todo sea bueno para mí
La soledad es el lugar donde Tito puede exponerse a la dicha del sufrimiento compartido en la amistad. Para Tito, el significado de ‘Jesús conmigo’ y ‘nunca tan cerca de mí’ radica en el sufrimiento compartido en la amistad como camino hacia el Reino de Jesús, que conduce a la unión con Dios, que alcanza su clímax en las dos últimas líneas: “Quédate conmigo, conmigo, dulce Jesús, / Tu presencia hace que todo sea bueno para mí”. La potencia ocupante define el curso de los acontecimientos ‘en la cárcel’ pero hasta ‘aquí’, en la celda de Tito ‘ante la imagen de Jesús’, su influencia no se extiende
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