Jesús, la verdadera vid queda fruto en nosotros
Seguimos en el camino de la Pascua. Después de la montaña rusa de emociones durante tres días -desde la cena de Jesús con sus discípulos, pasando por el juicio y la crucifixión, hasta el asombro de las mujeres ante la tumba vacía- nos preparamos ahora para celebrar la venida del Espíritu Santo en Pentecostés.
Durante estos cincuenta días, nuestro camino se ve fortalecido e iluminado por las palabras de la Primera Carta de San Juan. Su mensaje central queda claro en la lectura de hoy: se nos pide que creamos en Jesús y nos amemos unos a otros. Luego se nos asegura que no estamos solos en este desafío: “Sabemos que él vive en nosotros por el Espíritu que se nos ha dado”.
El poeta Gerard Manley Hopkins se hace eco de esto en As Kingfishers Catch Fire:
“Porque Cristo juegas en diez mil lugares, Hermoso en los miembros, y amoroso en los ojos que no son suyos”.
Esta idea de que Cristo vive en nosotros se manifiesta en el Evangelio de hoy, donde Jesús se compara con la “vid verdadera”. Nos dice: “El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante”.
Por medio de los dones del Espíritu Santo podemos mantener a Cristo dentro de nosotros, no sólo en nuestros pensamientos, nuestras ideas, nuestras acciones, sino también en lo más profundo de nosotros mismos, en nuestras almas y en nuestros corazones. Nos ayuda la oración y la reflexión sobre las palabras de la Escritura, tal vez meditando las imágenes, o dedicando tiempo a las frases que nos llaman especialmente la atención. O podemos sentarnos y simplemente abrir el corazón y escuchar. Jesús dice: “Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en ustedes...".
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Somos conscientes que Cristo não só se faz presente no Santíssimo Sacramento, mas também está em nossos corações. Mesmo quando estamos sós, continuamos sendo membros do Corpo de Cristo.
O lugar que escolher para esta oração, poderia ter uma vela acesa, um crucifixo e a Bíblia. Estes símbolos ajudam a manter-nos conscientes do sagrado que é o tempo de oração e a nos sentirmos unidos com as outras comunidades locais que estão em oração.
A celebração é organizada para que um dos membros da família a presida e os demais membros participem juntos. Porém, a parte do presidente da celebração pode ser compartilhada por todos os presentes.