Hermanos y Hermanas de la Familia Carmelita, frailes, monjas, hermanas y hermanos de las congregaciones afiliadas, laicos carmelitas, de manera especial nuestra Orden Tercera Orden, el Tercer Domingo de Adviento, que acabamos de celebrar, nos invita a estar siempre alegres. Los ángeles en Navidad anunciarán la paz a las personas de buena voluntad, y el Año Jubilar que está por comenzar nos inspirará con el tema, “Peregrinos de la Esperanza”. La alegría, la paz y la esperanza son dones de Dios. Sin ellos no podemos vivir una vida humana plena. Por eso hemos de orar constantemente para obtenerlos y, al mismo tiempo, hacer de ellos el sello distintivo de nuestra vida. Una vez más este año en Navidad hay muchos millones de personas para las que no puede haber alegría, no habrá paz y su esperanza es como una pequeña llama que lucha por sobrevivir. La alegría viene cuando la creación de Dios es capaz de cantar y proclamar las alabanzas de Dios. La paz llega cuando los hombres y las mujeres están abiertos a la verdad de Dios, y la esperanza està fuerte cuando los hombres y las mujeres recuerdan que “Dios dispone todo para el bien de los que lo aman” (Rm 8,28).
Yo ruego a Dios para que nuestra celebración de Navidad este año, proclamando nuevamente la buena noticia de la encarnación del Verbo de Dios en el vientre de María, nos traiga alegría a nosotros y a muchos, ponga paz en las mentes y corazones de quienes están en condiciones de poner fin a las guerras, y fortalezca nuestra esperanza en el conocimiento del amor infinito de Dios por todas sus criaturas. Que la Palabra de Dios te hable de alegría, de paz y de esperanza, a ti, a tu comunidad y a tu familia en esta Navidad. Que sea posible que todos juntos proclamamos con María: Mi alma glorifica al Señor, mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador.
Feliz y feliz Navidad para todos y cada uno.
Gracias.
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