17 de julio | Memoria libre
Convertida la revolución francesa en terror, las dieciséis Carmelitas Descalzas del monasterio de la Encarnación de Compiègne se ofrecieron a Dios como víctimas de expiación para impetrar la paz a la Iglesia y a su país.
Condenadas a muerte por su fidelidad a la Iglesia y a la vida consagrada y por su devoción a los sagrados Corazones de Jesús y María, fueron guillotinadas en París el 17 de julio de 1794, mientras cantaban himnos y después de haber renovados los votos en las manos de la priora, Teresa de San Agustín.
La Madre Teresa de San Agustín y sus compañeras fueron beatificadas en 1906, las primeras mártires de la revolución francesa. Creían en lo que decían: «Somos las víctimas de la época, y debemos sacrificarnos para obtener su retorno a Dios».
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