Menu

carmelitecuria logo es

  • image
  • image
  • image
  • image
  • image
  • image
  • image
  • image
  • image
  • image
  • image
  • image
  • image
  • image
  • image
  • image
  • image
  • image
Jueves, 20 Octubre 2022 10:26

Celebrando en Familia - 30 Domingo del Tiempo Ordinario

¡Todos los hemos conocido!
(Lucas 18:9-14)

Todos los hemos conocido: personas que solo parecen ser capaces de reforzar su imagen de sí mismos menospreciando a los demás. En el Evangelio de este domingo nos encontramos con un personaje así en la persona del fariseo.

Como el fariseo de esta semana, a veces podemos ver la religión como un conjunto de rituales, acciones y oraciones personales que nos hacen pensar que hemos sido fieles a la llamada de Dios porque hemos hecho esto o aquello.

Sin embargo, la espiritualidad consiste en practicar nuestra “fe” con un profundo sentido de la presencia de Dios, del amor de Dios por nosotros, y del nuestro por los demás. Vivimos, trabajamos y rezamos a partir de nuestra relación con Dios, profundamente conscientes del don del amor y la misericordia de Dios que nos rodea.

El trasfondo del Evangelio se encuentra en la primera lectura del Eclesiástico (35,12-14. 16-19): el juicio de Dios no se deja engañar por las apariencias de riqueza o poder, ni por las muestras de piedad religiosa. A Dios no se le puede engañar para que juzgue al herido, al pobre, a la viuda o el huérfano.

Es la persona ‘que con todo su corazón sirve a Dios’ cuya oración es aceptada.

La parábola del Evangelio, se nos dice, está dirigida a ‘algunos se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás’.

El fariseo (persona muy respetada por su piedad personal) reza a Dios, recordando a Dios (y a sí mismo) la buena persona que es y todas las cosas religiosas que ha hecho. Así ha cumplido con los deberes de una persona ‘religiosa’ y ‘justa’, a diferencia, dice, del cobrador de impuestos.

Sin embargo, el cobrador de impuestos (considerado un pecador en el tiempo de Jesús), no se ve digno ni siquiera de levantar la vista hacia Dios y reconoce que ha pecado y se considera indigno de estar en la presencia de Dios. Pero, como dice Jesús, sale del templo ‘justificado’. Su relación con Dios es de corazón. Sobrecogido por una profunda conciencia del amor de Dios por él, y de su propia indignidad, no se atreve ni siquiera a levantar la vista. Mientras que el fariseo, por su falta de humildad y su aparente autosuficiencia, sale asumiendo que está en derecho con Dios.

Nuestra oración y adoración nunca deben ser palabras vacías o acciones meramente simbólicas.

Deben salir realmente de nuestro corazón y conducirnos así no solo a una relación profunda con Dios, sino también al servicio voluntario de todos.

Aviso sobre el tratamiento de datos digitales (Cookies)

Este sitio web utiliza cookies para realizar algunas funciones necesarias y analizar el tráfico de nuestro sitio web. Solo recopilaremos su información si rellena nuestros formularios de contacto o de solicitud de oración para responder a su correo electrónico o incluir sus intenciones y solicitudes de oración. No utilizamos cookies para personalizar contenidos y anuncios. No compartiremos ningún dato con terceros enviados a través de nuestros formularios de correo electrónico. Su información debería ser su información personal.