Dios escondido
Muchos de nosotros hemos tenido experiencia del Dios escondido. Esto no es una novedad o algo característico de nuestro tiempo. Hace más de dos mil quinientos años Isaías, estando en el exilio, confesaba: “Es verdad, tú eres un Dios escondido” (Is 45, 15). En el transcurso de los siglos, muchas personas de fe han repetido al Seños estas palabras, también Tito Brandsma. Tito vivió de manera intensa el misterio del Dios escondido.
En su celda de la cárcel de Scheveningen, después de la comida, Tito rezaba el conocido himno Adoro te devote. Él mismo lo explica en su escrito “Mi celda”, en el cual narra su experiencia durante el tiempo de cárcel: “El Adoro te devote pasó a ser mi oración preferida. Con frecuencia la canto en voz baja y me es de gran ayuda como comunión espiritual”.
Tito sabía este himno de memoria. Lo oraba cada día y lo cantaba unido a sus hermanos en la Statio a la Virgen cada sábado por la tarde. Se sentía tocado en lo más profundo por esta oración, que llegó a serle familiar. La llevó consigo a la cárcel donde la cantaba ‘en voz baja’, de rodillas, después de tomar el pan y la sopa. Absorto en esta oración llegó a comprender que Dios está realmente escondido. No sólo en algunos momentos, ni en un contexto determinado. Siempre y en todo lugar Dios está escondido.
Tras el tiempo de oración, Tito encendía su pipa, paseaba de lado a lado en aquella estrecha celda e intentaba limar sus uñas, pues “se habían hecho demasiado largas y no conseguía unas tijeras”. Para Tito Dios se escondía en las cosas más ordinarias: en una pipa de tabaco, en el pasear de lado a lado en su celda, o en el hecho de limarse las uñas.
La presencia escondida de Dios llena de esperanza a quien la acoge y la hace vida propia. Puede incluso hacerse familiar a nuestro espíritu hasta el punto de hacernos felices. Nuestro Dios no se presenta a modo de caja de sorpresas o huevo de Pascua, o en un truco mágico.
La relación de Tito con su Dios escondido experimentó una dura prueba en el campo de concentración de Dachau, y la oración Adoro te devote lo guió en la travesía de esta experiencia. Cuando era golpeado por el guardia del campo, Tito reza el Adoro te junto con su hermano Rafael Tijhuis y su frágil cuerpo herido permanecía en pie ante la presencia escondida de Dios.
Adoro Te Devote
Te adoro con devoción, Dios escondido,
oculto verdaderamente bajo estas apariencias.
A Ti se somete mi corazón por completo,
y se rinde totalmente al contemplarte.
Al juzgar de Ti, se equivocan la vista,
el tacto, el gusto; pero basta el oído
para creer con firmeza;
creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios:
nada es más verdadero que esta Palabra de verdad.
En la Cruz se escondía sólo la Divinidad,
pero aquí se esconde también la Humanidad;
sin embargo, creo y confieso ambas cosas,
y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido.
No veo las llagas como las vió Tomás
pero confieso que eres mi Dios:
haz que yo crea más y más en Ti,
que en Ti espere y que te ame.
¡Memorial de la muerte del Señor!
Pan vivo que das vida al hombre:
concede a mi alma que de Ti viva
y que siempre saboree tu dulzura.
Señor Jesús, Pelícano bueno,
límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre,
de la que una sola gota puede liberar
de todos los crímenes al mundo entero.
Jesús, a quien ahora veo oculto,
te ruego, que se cumpla lo que tanto ansío:
que al mirar tu rostro cara a cara,
sea yo feliz viendo tu gloria.
Atribuida a S. Tomás de Aquino
Oración
Te pedimos, Señor,
que a imitación de Tito Brandsma,
sepamos estar cerca de ti, junto a la cruz,
y que te sintamos siempre cerca de nosotros en nuestras cruces,
grandes y pequeñas,
como Amigo, compañero de camino
y redentor nuestro.
Que la cruz sea siempre para nosotros un signo de amor,
de entrega generosa y total a la causa de la vida,
de solidaridad y compasión por todos.
Que podamos decir siempre, en todas las circunstancias de la vida,
con gozo y plena confianza en ti…
Ave Crux Spes Unica…
María, Madre del Carmelo, ruega por nosotros.
Tito Brandsma, mártir carmelita, intercede por nosotros.
Descargue el folleto 6. Adoro Te - Dios escondido pdf aquí (4.26 MB)