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Jueves, 05 Mayo 2022 09:06

Celebrando En Familia - Cuarto Domingo de Pascua

Pastor y ovejas,
lazos de vida y amor
(Juan 10, 27-30)

El cuarto Domingo de Pascua es conocido como «el domingo del Buen Pastor» porque no importa el ciclo litúrgico que estemos celebrando siempre el
Evangelio nos mostrar la imagen de Jesús como el Buen Pastor.
El oficio de pastor en la época de Jesús no se parece en nada a las grandes empresas agrícolas de hoy. Para aquel entonces, un pastor solía tener a su cargo unas quince o veinte ovejas a las que acompañaba día y noche. Tanto el pastor como las ovejas se conocían. El pastor era responsable de mantener el rebaño unido y seguro, de conducirlos a buenos pastos, de sanar las heridas.
Las ovejas dependían del pastor para vivir.
No es de extrañar que la imagen del Buen Pastor se hiciera tan popular como descripción de la relación entre Jesús y sus seguidores.
El Evangelio de hoy está lleno de calidez e intimidad en la forma en que habla de la relación de Jesús con nosotros.
Las ovejas que escuchan a Jesús le pertenecen (están en relación con él). Hay un sentido de intimidad en la idea de que Jesús conoce a cada una de las ovejas que le siguen. Él las conoce y ellas le siguen porque están unidas por el vínculo del amor.
Las ovejas tienen vida a través de su relación con Jesús, una relación que trae la vida eterna, no solo después de la muerte, las ovejas ya viven, aquí y ahora, la vida eterna de Dios.
Esta relación con Jesús y la vida eterna que conlleva no se pueden perder ni arrebatar.
Somos el regalo que el Padre hace a Jesús. Y como el Padre y Jesús viven en profunda comunión entre sí, nosotros también estamos atrapados en esta comunión de amor duradero.
Este amor que Dios nos tiene nos hace parte de la familia de Dios: Hijos e hijas predilectos de Dios.
Toda reflexión sobre Jesús como Buen Pastor nos hace recordar también que pastorear a los demás según el corazón de Jesús forma parte de nuestra vocación de discípulos.

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