Martes - Tiempo de Pascua
1) Oración inicial
Que tu pueblo, Señor, exulte siempre al
verse renovado y rejuvenecido en el espíritu; y que la alegría de haber
recobrado la adopción filial afiance su esperanza de resucitar gloriosamente.
Por nuestro Señor.
2) Lectura
del Evangelio
Del Evangelio según Mateo 11,25-30
En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo
te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas
cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre,
pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y
nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y
aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. «Venid a mí todos los que estáis
fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo,
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso
para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»
3) Reflexión
• El contexto del Capítulo 11 de Mateo
en el que aparece el evangelio de hoy. En el Evangelio de hoy, Jesús acoge
a los pequeños y manifiesta el deseo de que los pobres encuentren descanso y
paz. Por esta opción por los pobres y excluidos, Jesús fue criticado y perseguido.
Mucha gente no fue capaz de entenderlo. Juan Bautista, que miraba a Jesús con
los ojos del pasado, se quedó con la duda (Mt 11,1-15). La gente, que miraba a
Jesús con finalidad interesada, no supo cómo acogerlo (Mt 11,16-19). Las
grandes ciudades alrededor del lago, que oyeron la predicación de Jesús y
vieron sus milagros, no quisieron aceptar su mensaje (Mt 11,20-24). Los sabios
y los doctores, que juzgaban todo a partir de su propia ciencia, no fueron
capaces de entenderlo (Mt 11,25). Solamente los pequeños lo entendieron y
aceptaron la Buena Nueva del Reino (Mt 11,25-30).
• Mateo 11,25-26: El Evangelio
revelado a los pequeños. Ante esta contradicción que marcaba su vida, Jesús
reza así: "Yo te bendigo, Padre, Señor
del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e
inteligentes, y se las has revelado a pequeños.” Los sabios, los doctores, animados por una idea equivocada de
Dios, habían creado una serie de leyes que imponían a la gente en nombre de Jesús.
Pero la ley del amor, traída por Jesús, dice lo contrario. Lo que importa, no
es lo que hacemos para Dios, sino lo que Dios, en su gran amor, ¡hace por
nosotros! El pueblo pobre, los pequeños, entendía este mensaje de Jesús y
quedaba alegre. Los sabios pensaban que Jesús estaba equivocado. No podían
entender su enseñanza. Y Jesús termina: ¡Sí, Padre, pues tal ha sido tu
beneplácito! Agrada al Padre el que los sabios y los inteligentes no
entiendan su mensaje. Si quisiesen entenderlo, tendrán que hacerse discípulos
de los pequeños, de los pobres y de los excluidos.
• Mateo 11,27: El Hijo conoce al Padre
y lo revela a quien quiere. Jesús, como Hijo, conoce al Padre. El sabe lo
que el Padre quería, cuando, siglos atrás, entregó a Moisés la Ley. Aquello que
el Padre nos tiene que decir, El lo reveló a Jesús, el Jesús que lo revela a
los pequeños, pues éstos se abren a su mensaje.
• Mateo 11,28-30: Venid a mí todos. Jesús
convida a todos los que están cansados bajo el peso de la ley, de las
observancias y de los impuestos, y promete descanso. Dice: “Aprended de mí
que soy manso y humilde de corazón”. Muchas veces, esta frase fue
manipulada para pedir al pueblo sumisión, mansedumbre y pasividad. Lo que Jesús
quiere decir es lo contrario. Pide que el pueblo deje de lado a los profesores
de religión de la época y empiece a aprender de él, que es "manso y
humilde de corazón". Jesús no es como los escribas que se vanaglorian de
su ciencia, sino que es como el pueblo que vive humillado y explorado. Jesús,
el nuevo maestro, sabe por experiencia lo que le pasa a la gente y lo que el
pueblo sufre. ¡Jesús es el amparo que el Padre ofrece al pueblo cansado!
• Las comunidades de la época de Mateo
atravesaban un momento difícil y peligroso, al salir del mundo cerrado de las
observancias y de los sacrificios hacia el mundo abierto de amor y de
misericordia. También nosotros estamos en una travesía difícil hacia un nuevo
tiempo y una nueva manera de ser cristianos. El evangelio de hoy es un espejo
de lo que ocurre en nuestras comunidades. Nosotros también queremos que
nuestras comunidades sean un amparo que el Padre ofrece al pueblo cansado y
pobre. Por esto es importante que dejemos que el Padre sea el centro de
nuestras vidas y que podamos decir con Jesús: “¡Nosotros, hijos e hijas,
conocemos al Padre, y el Padre nos conoce!” Así podremos ser una presencia
contemplativa y profética en medio de la gente pobre.
4) Para la reflexión personal
• La ciencia puede ayudar y puede impedir
el reconocer y acoger el mensaje de Jesús. ¿Qué es lo que más domina en mi
vida?
• Los pequeños entienden y aceptan el
mensaje. ¿Aprendí de ellos algo que no sabía?
5) Oración final
¡Alabad a
Yahvé desde el cielo,
alabadlo en
las alturas,
alabadlo,
todos sus ángeles,
todas sus
huestes, alabadlo! (Sal 148,1-2)
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