Sábado - Tiempo de Pascua
1) Oración inicial
Señor, tú que te has dignado redimirnos y
has querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de padre y haz que
cuantos creemos en Cristo, tu Hijo alcancemos la libertad verdadera y la
herencia eterna. Por nuestro Señor.
2) Lectura del Evangelio
Del Evangelio
según Juan 6,16-21
Al atardecer, bajaron sus discípulos a la orilla del
mar, y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del mar, a Cafarnaún.
Había ya oscurecido, y Jesús todavía no había venido a ellos; soplaba un fuerte
viento y el mar comenzó a encresparse. Cuando habían remado unos veinticinco o
treinta estadios, ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la
barca, y tuvieron miedo. Pero él les dijo: «Soy yo. No temáis.» Quisieron
recogerle en la barca, pero en seguida la barca tocó tierra en el lugar a donde
se dirigían.
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos habla del
episodio de la barca en el mar agitado. Jesús se encuentra en la montaña,
los discípulos en el mar y el pueblo en tierra. En la manera de
describir los hechos, Juan trata de ayudar a las comunidades a descubrir el
misterio que envuelve a la persona de Jesús. Lo hace evocando los textos del
Antiguo Testamento que aluden al éxodo.
• En la época en que Juan escribe, el
barquito de las comunidades se enfrentaba a un viento contrario tanto de parte
de algunos judíos convertidos que querían reducir el misterio de Jesús a
profecías y figuras del Antiguo Testamento, como de parte de algunos paganos convertidos
que pensaban que fuera posible una alianza entre Jesús y el imperio.
• Juan 6,15: Jesús en la Montaña. Ante la multiplicación de los panes, la gente concluyó que Jesús debía de ser
el mesías esperado. Pues, de acuerdo, con la esperanza de la época, el Mesías
repetiría el gesto de Moisés de alimentar al pueblo en el desierto. Por esto,
de acuerdo con la ideología oficial, el pueblo pensaba que Jesús era el mesías
y, por ello, quiso hacer de él un rey (cf. Jn 6,14-15). Este llamado del pueblo
era una tentación tanto para Jesús como para los discípulos. En el evangelio de
Marcos, Jesús obligó a sus discípulos a embarcar inmediatamente y a ir para el
otro lado del lago (Mc 6,45). Quería evitar que ellos se contaminaran con la
ideología dominante. Señal de que el “fermento de Herodes y de los fariseos”,
era muy fuerte (cf. Mc 8,15). Jesús, él mismo, se enfrenta con la tentación y
la supera por medio de la oración en la Montaña.
• Juan 6,16-18. La situación de los
discípulos. Ya era tarde. Los discípulos bajaron al mar, subieron a la
barca y se dirigieron a Cafarnaún, al otro lado del mar. Juan dice que ya había
oscurecido y que Jesús todavía no había venido a ellos. Además de esto, soplaba
un fuerte viento y la mar había empezado a encresparse. Por un lado evoca el
éxodo: atravesar el mar en medio de las dificultades. Por otro evoca la
situación de las comunidades en el imperio romano: al igual que los discípulos,
vivían en medio de la noche, con el viento contrario y el mar agitado y ¡Jesús
parecía ausente!
• Juan 6,19-20. El cambio de situación.
Jesús llega andando sobre las aguas del mar de la vida. Los discípulos tuvieron
miedo. Como en el relato de los discípulos de Meaux, ellos no le reconocen (Lc
24,28). Jesús se acerca y dice: “¡Soy yo! ¡No temáis!” Aquí, de nuevo,
quien conoce la historia del Antiguo Testamento, recuerda algunos hechos muy
importantes: (a) Recuerda como el pueblo, protegido por Dios, atravesó sin
miedo el Mar Rojo. (b) Recuerda como Dios, al llamar a Moisés, declaró su
nombre diciendo: “¡Yo soy!” (cf. Ex 3,15). (c) Recuerda también el libro
de Isaías que presenta el retorno del exilio como un nuevo éxodo, donde Dios
aparece repitiendo numerosas veces: “¡Yo soy!” (cf. Is 42,8; 43,5.11-13;
44,6.25; 45,5-7).
• Para el pueblo de la Biblia, el mar era
el símbolo del abismo, del caos, del mal (Ap 13,1). En el Éxodo, el pueblo hace
la travesía para la libertad enfrentando y venciendo el mar. Dios divide el mar
a través de su soplo y el pueblo lo atraviesa a pie enjuto (Es 14,22). En otros
pasajes la Biblia muestra a Dios que vence el mar (Gen 1,6-10; Sal 104,6-9; Pro
8,27). Vencer el mar significa imponerle sus límites e impedir que engulla la
tierra con sus olas. En este pasaje Jesús revela su divinidad dominando y
venciendo el mar, impidiendo que la barca de sus discípulos sea tragada por las
olas. Esta manera de evocar el Antiguo Testamento, de usar la Biblia, ayudaba a
las comunidades a percibir mejor la presencia de Dios en Jesús y en los hechos
de la vida. ¡No temáis!
• Juan 6,22. Llegaron al puerto
deseado. Ellos quieren recoger a Jesús en la barca, pero no es necesario,
porque llega a la tierra hacia donde iban. Llegan al puerto deseado. El Salmo
dice: “Cambió la tempestad en suave brisa, y las olas del mar se aquietaron. Se
alegraron al verlas tranquilas, y el los llevó al puerto deseado”. (Sal
107,29-30)
4) Para la reflexión personal
• En la montaña: ¿Por qué Jesús busca la
manera de quedarse solo para rezar después de la multiplicación de los panes?
¿Cuál es el resultado de su oración?
• ¿Es posible caminar hoy sobre las aguas
del mar de la vida? ¿Cómo?
5) Oración final
¡Aclamad con
júbilo, justos, a Yahvé,
que la
alabanza es propia de hombres rectos!
¡Dad gracias
a Yahvé con la cítara,
tocad con el
arpa de diez cuerdas. (Sal 33,1-2)
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